Proyecto Atlantida

07.05.2011 18:15

¿Qué es el Proyecto Atlántida?

Proyecto Atlántida, confluye un colectivo plural de profesionales de diferentes sectores, centros educativos integrados o colaboradores, departamentos universitarios, grupos de asesores y orientadores, entidades colaboradoras como CEAPA, Consejerías de Educación de diferentes Territorios... Un grupo importante de colectivos unidos por el interés en rescatar los valores democráticos de la educación, y desarrollar experiencias de innovación en el currículum y la organización de los centros educativos.

Principios del Proyecto Atlántida

1. Preocupación por el rescate de la profesionalidad comprometida con el cambio a través de los valores democráticos de la educación. Hablamos de profesionales de los diferentes sectores de la comunidad educativa coordinados a través de proyectos compartidos.

2. Priorización de los procesos de innovación relacionados con el debate curricular y la organización democrática de los centros, para que las experiencias de los procesos colaborativos sean los motores del cambio producido por los planes de mejora.

3. Integración de las experiencias de los centros en los contextos en que se llevan a cabo, para el rescate de líneas de cambio en el desarrollo comunitario.

4. Interés por poner en común, debatir y publicar cuantas experiencias puedan favorecer la mejora de otras realidades, y por participar en los foros tanto presenciales (Jornadas, Congresos...) como a distancia (Web, listado de distribuciones, foros de debate...)

El Proyecto Atlántida nace como un movimiento abierto a la participación de todos los agentes educativos, cuya misión es contribuir al progreso de la educación promoviendo las ideas y los valores propios de una educación democrática.

Una red de escuelas democráticas

 Concebimos la educación democrática como la mejor expresión del derecho a la educación y comprometemos nuestro esfuerzo en lograr que esa concepción pueda llegar a ser compartida por toda la sociedad. Nos preocupan las condiciones de escolarización y queremos lograr buenas escuelas para todos, pero ante todo, nos conierne que la sociedad asuma su responsabilidad moral con la educación y oriente sus esfuerzos a la búsqueda de una vida digna para todas las personas, por eso, hacemos nuestra la necesidad de un gran compromiso social por la educación.

La búsqueda de una educación democrática tiene tras de sí una amplía tradición de saberes y experiencias que nosotros respetamos y asumimos como propios pero a los que deseamos contribuir con nuevas ideas y experiencias. Desde nuestra constitución como grupo hemos centrado nuestra atención en cuatro grandes problemas:

  • La creación de buenas escuelas para todos a través de procesos de mejora.
  • La mejora de la convivencia en los centros.
  • La educación para una ciudadanía activa y responsable.
  • Definir y valorar la contribución que las competencias básicas pueden hace para la configuración de un currículo democrático.

Estas cuestiones no son muy diferentes de las que preocupaban a los primeros impulsores de una educación democrática, pero si son diferentes las condiciones en las que hemos tratado de resolverlas. Nuestro sistema educativo, a pesar de estar muy descentralizado, sigue otorgando una limitada capacidad de autonomía a los centros y, estos apenas, encuentran referencias directas sobre las que construir ese proyecto educativo que les permitiría constituirse como una comunidad educativa.

Esto significa que asumimos, desde el principio, que  la escuela es el lugar donde se construyen y se ponen a aprueba las ideas y no el lugar donde se aplican y que son las comunidades educativas las que deben ejercer el poder de asumirlas como propias. 

Sin lugar a dudas, de entre todas las ideas y experiencias que conforman nuestra tradición, debemos un reconocimiento especial a las aportadas por John Dewey (1859-1952) para quien la relación entre democracia y educación constituía la clave de bóveda para construir la nueva educación. Son muchas las ideas actuales que, como reconoce  Gilbert (2001), tienen su origen en la obra de Jhon Dewey: "la educación centrada en el alumno, el plan de estudios integrado, la construcción del conocimiento, la agrupación heterogénea, los grupos del estudio cooperativos, la escuela como la comunidad, el reconocimiento de la diversidad, el pensamiento crítico, etc. Pero por en encima de todas ellas hay una idea que sigue iluminando nuestra búsqueda: la educación es un proceso de vida y no una preparación para la vida. Por eso seguimos creyendo con Dewey que la escuela tiene que representar la vida presente: tan real y vital para el niño como la que lleva en su hogar, en el vecindario, o en el patio de recreo" (Dewey, 1997: 39).

En una de las más reconocidas formulaciones de lo que deba ser una educación democrática, Amy Gutmann (1987) señala que ésta debe preparar a todos los alumnos para participar, como ciudadanos políticamente iguales, en la configuración deliberativa del futuro de su sociedad. Conscientes de la reproducción social que suele conllevar la experiencia escolar, pero al tiempo en una actitud decidida de que así no suceda, el ideal de una democratización de la educación se caracteriza por condiciones formales: no represión, no discriminación y deliberación democrática.

Una sociedad consciente de la reproducción social, la educación debe ser no represiva. Esto quiere indicar que debe cultivar -frente al prejuicio- la libertad de pensamiento, la tolerancia frente a la intolerancia, el respeto mutuo contra el desacuerdo razonable. Estos son conjuntamente habilidades cognitivas y actitudes que la educación ha de cultivar en los futuros ciudadanos. Esto implica cultivar la reflexión crítica.

En una sociedad que quiera ser democrática, la educación de todo niño ha de ser no discriminativa de raza, religión, clase, género y cualquier otra característica no relacionada con la educabilidad. Esta no discriminación extiende la lógica de la no represión, de modo que todo alumno reciba la más excelente educación posible.

Se deben instituir prácticas de deliberación y toma de decisiones democráticas. La educación debe enseñar las habilidades políticas y actitudes necesrias para una toma de decisiones deliberativa, racionales, para el autogobierno, etc. en una sociedad pluralista donde la gente puede diferir moralmente. Esto implica incentivar que los estudiantes aprendan cooperativamente y respeten sus razonables diferencias.

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